Es conocida la enseñanza de Santo Tomás de Aquino que afirma que los sacramentos son signos rememorativos de la Pasión de Cristo, demostrativos de la gracia y prognósticos de la gloria futura.
Todo ello tiene relación íntima con la vida, pues la muerte de Cristo constituye la victoria sobre el pecado y la muerte y la gloria es la plenitud definitiva de la vida
Los tres sacramentos de la iniciación cristiana que son:
a) Bautismo - b) Eucaristía - c) Confirmación, vienen a ser el inicio, el alimento de la vida nueva y la madurez en la fe.
Los tres sacramentos nos introducen en la vida de la gracia y apuntan ya al destino final, que es no sólo de inmortalidad del alma sino de resurrección corporal.
No se puede minimizar la expresión de San Pablo: "el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor" (1 Cor 6,13) "Glorifiquen por tanto, a Dios en su cuerpo" (v.19)
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EUCARISTÍA |
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CONFIRMACIÓN |
Los sacramentos de la Reconciliación o Penitencia y de la Unción de los Enfermos constituyen el grupo de los así llamados sacramentos de la salud, "sanación" o "curación".
Porque suponen un grave quebrantamiento, ocurrido después del bautismo, sea de la salud espiritual, sea de la salud corporal del cristiano
La Penitencia mira a la recuperación de la gracia, a la justificación "segunda", con vistas a destruir el pecado cuyo efecto es la "muerte" o sea la privación de la vida en Cristo y en definitiva la imposibilidad del acceso a la Vida eterna.
La Unción de los enfermos presupone que se trata de un cristiano ya bautizado, con uso de razón y afectado de una enfermedad que pone en peligro su vida, aunque no sea en forma inminente. Llegamos aquí a un punto de especial importancia en la relación salud - gracia.
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que "la gracia especial del sacramento de la unción de los enfermos tiene como efectos:
- la unión del enfermo a la Pasión de Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia;
- el consuelo, la paz y el ánimo para soportar cristianamente los sufrimientos de la enfermedad o de la vejez.
- el perdón de los pecados si el enfermo no ha podido obtenerlo por el sacramento de la Penitencia;
- el restablecimiento de la salud corporal, si conviene a la salud espiritual;
- la preparación para el paso a la vida eterna."
La enfermedad es una realidad que resulta ambivalente en orden a la salvación. Puede vivirse en íntima unión con Cristo en su dolorosa pasión, pero también puede vivirse desgraciadamente con rebeldía hacia Dios e incluso con desesperación.
El primero de los modos descriptos de vivir la enfermedad es precisamente - "vivirla en Cristo" - vivirla como una situación salvífica, vivirla con los ojos de la fe, puestos en las Bienaventuranzas y en la Casa del Padre.
El cristiano gravemente enfermo debe recibir los sacramentos de la Penitencia, de la Unción de los enfermos y de la Eucaristía como Viático.
Los dos Sacramentos del Orden Sagrado y del Matrimonio son caracterizados como sacramentos que miran en forma especial al orden social de la comunidad cristiana.
En realidad todos los sacramentos comunican gracias que benefician no sólo a quien los recibe sino que enriquecen y afirman los vínculos del Pueblo de Dios.
El Orden comunica la sucesión en el ministerio apostólico, el cual asegura una cierta forma de presencia de Cristo en la comunidad a través del ejercicio, en su nombre del ministerio tripartito del anuncio auténtico de la Palabra de Dios de la presindencia "in persona Christi" del culto litúrgico, y de la conducción en nombre de Cristo de la comunidad eclesial.El ministerio ordenado es un ministerio de vida y de salvación en el que se entrelazan la dispensación de los misterios de Dios y el poder de expulsar los espíritus inmundos.
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que "la gracia especial del sacramento de la unción de los enfermos tiene como efectos:
- la unión del enfermo a la Pasión de Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia;
- el consuelo, la paz y el ánimo para soportar cristianamente los sufrimientos de la enfermedad o de la vejez.
- el perdón de los pecados si el enfermo no ha podido obtenerlo por el sacramento de la Penitencia;
- el restablecimiento de la salud corporal, si conviene a la salud espiritual;
- la preparación para el paso a la vida eterna."
La enfermedad es una realidad que resulta ambivalente en orden a la salvación. Puede vivirse en íntima unión con Cristo en su dolorosa pasión, pero también puede vivirse desgraciadamente con rebeldía hacia Dios e incluso con desesperación.
El primero de los modos descriptos de vivir la enfermedad es precisamente - "vivirla en Cristo" - vivirla como una situación salvífica, vivirla con los ojos de la fe, puestos en las Bienaventuranzas y en la Casa del Padre.
El cristiano gravemente enfermo debe recibir los sacramentos de la Penitencia, de la Unción de los enfermos y de la Eucaristía como Viático.
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SACRAMENTO DE LA PENITENCIA |
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Unción de los enfermos |
En realidad todos los sacramentos comunican gracias que benefician no sólo a quien los recibe sino que enriquecen y afirman los vínculos del Pueblo de Dios.
El Orden comunica la sucesión en el ministerio apostólico, el cual asegura una cierta forma de presencia de Cristo en la comunidad a través del ejercicio, en su nombre del ministerio tripartito del anuncio auténtico de la Palabra de Dios de la presindencia "in persona Christi" del culto litúrgico, y de la conducción en nombre de Cristo de la comunidad eclesial.El ministerio ordenado es un ministerio de vida y de salvación en el que se entrelazan la dispensación de los misterios de Dios y el poder de expulsar los espíritus inmundos.
MATRIMONIO
ORDEN SAGRADO
También del sacramento del Matrimonio puede decirse que es estructurante de la Iglesia, en el sentido de que la comunidad conyugal refleja la relación esponsal entre Cristo y su Iglesia.
El matrimonio cristiano es una realidad de gracia y por lo tanto de vida en Cristo.
El papel de los esposos cristianos incluye su responsabilidad que es propiamente "apostólica", hacia los hijos. Se engendran hijos para que lo sean de Dios, miembros de Cristo y de su Iglesia, así pues es justo afirmar que el matrimonio es el Sacramento del crecimiento de la Iglesia por la vía de la fecundidad natural y sobrenatural de los esposos.Este sacramento trae a la existencia nuevos miembros de la comunidad de salvación, llamados a la gracia y a la gloria.*
Cardenal Jorge Medina Estévez
- Fragmentos-
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