sábado, 21 de mayo de 2011

COMO AQUELLA FAMILIA DE NAZARETH

Sagrada Familia de Nazareth

Es sumamente hermoso y consolador saber que tenemos a esta maravillosa familia -a Jesús, María y José- como protectora de nuestras propias familias. Pero no solo. Ellos son también el prototipo y el modelo más perfecto de familia que hemos de imitar en nuestra vida.
¡Cuánta delicadeza, ternura y comprensión reinaría entre esas almas tan singulares! ¡Qué trato tan dulce, cariñoso y respetuoso dispensaría José a María, y Ella a su esposo! Y, ¡cómo sería el amor y la obediencia que animara a Jesús hacia sus padres y de todos entre sí! Sin duda alguna, pasar un rato junto a ellos sería como gozar del cielo en la tierra.
Pero, desafortunadamente, no todas las familias respiran este mismo aire que reinaba en la casita de Nazaret. Ni muchos niños o personas mayores han corrido siquiera la misma suerte que la mayoría de nosotros. Por desgracia, el mundo actual padece grave crisis familiar y, tristemente, se va haciendo cada vez más común en las sociedades ricas y bien acomodadas de hoy en día. ¡Cuántos hogares rotos! ¡Cuántas familias destruidas! ¡Cuántos niños que no conocen lo que es el amor y la ternura de unos padres buenos, la paz y la felicidad de una familia unida!
¡Cuántos bebés que ni siquiera han conocido el calor y los brazos de una madre porque han sido abandonados al nacer -o peor todavía- asesinados y abortados en el seno de su propia madre!.
Se podría tal vez evitar tocar estos temas  "molestos", pero eso sería como taparnos los ojos para no ver la realidad y para evitar sentir nuestra conciencia aguijoneada por el pecado y por tantas injusticias que se cometen hoy en el mundo. Sería un pecado gravísimo de omisión, de egoísmo y de comodidad no pensar en los demás o no tratar de hacer algo por ellos.




El Papa Juan Pablo II, denunció con mucha claridad y energía el hedonismo y la injusticia de tantas sociedades nuestras. Llamando la atención sobre aquello que ha definido -con toda razón- "la cultura de la muerte", que se  fue infiltrando en la mentalidad de nuestro mundo.
En  su Encíclica "Evangelium Vitae", el Papa habla de una auténtica "conjura contra la vida humana".
El Evangelio de la vida es el corazón del mensaje de Jesús. Y la familia es el "santuario de la vida". Todas estas son palabras textuales de Juan Pablo II, que nos invitan a valorar esta esencial dimensión del cristianismo. 
Recordemos, en ese sentido, aquel elocuente testimonio de la Madre Teresa de Calcuta. Ella gritaba al mundo entero: "Si oyen que alguna mujer no quiere tener a su hijo y desea abortar, intenten convencerla para que me traiga ese niño. Yo lo amaré viendo en él signo del amor de Dios".


Recordemos siempre que Jesús al encarnarse y al hacerse uno de nosotros, se identifica con cada niño y con cada ser humano. Por eso nos dijo que todo lo que hagamos a los demás, lo considera como hecho a Sí mismo; que el que recibe a un niño en su Nombre, lo recibe a Él; y que los ángeles contemplan en cada niño el rostro mismo de Dios.**

Roguemos por una familia cristiana feliz




(almas_peq)

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