YO ENSEÑO EL CAMINO DEL CIELO A TODO HOMBRE DE BUENA VOLUNTAD. QUE NO TEMA SEGUIRME. LA RECOMPENSA SE HALLA AL FINAL. NADIE ESCAPA A SU DESTINO (Mensaje del Amor Misericordioso (1966)
lunes, 23 de mayo de 2011
NO TEMAN
En la Santa Biblia aparece 365 veces en diversas ocasiones la expresión: "NO TEMAN". Como Dios y hombre, Jesús, incide profundamente en la realidad de nuestra existencia. El sabe cuán vulnerable somos. y cuán intranquilos y desesperados estamos. Las palabras de Dios no son un consuelo falso o despreciado, sino un nacimiento de la esperanza en el ámbito de nuestra desesperanza. Hoy en día el miedo ha entrado por la puerta ancha en el mundo, en el individuo. Todos temen algo. Tenemos temor por los niños, nos atemorizan los padres, los profesores, la escuela, la ley, el matrimonio y la muerte... Tenemos temor de Dios, aunque Jesús dijo que no había venido a juzgar sino a salvar el mundo. El miedo, no es un estado de enfermedad, más bien es un enemigo del hombre. La Virgen María sintió temor en los momentos de la visita del Ángel Gabriel, en los momentos de la huida hacia Egipto, en los momentos en que buscaba a su Hijo perdido, en las horas de la Pasión de Jesús...
¿Qué se puede hacer contra el miedo?
Lo primero y lo más importante es creer`profundamente que nada puede sucederme si todo lo pongo en manos de Dios y vivo el mensaje del salmista: "Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque Tú estás conmigo". A modo de ejemplo, María se liberó del miedo totalmente aceptando la voluntad de Dios. Asimismo, es importante que el hombre pueda ser consciente de su temor y que lo reconozca. Tener miedo no es un signo de derrota y caída. No hay que negar el miedo y reprimirlo. El Cardenal Dpfner en ese sentido escribió: "Sólo entonces cuando en nosotros reconozcamos las tinieblas, nos será dado el paso a la luz". Cuando el niño siente temor, él corre a abrazar a su madre. Busca protección y seguridad. No es inusual que corramos también a abrazar a la Madre Celestial además de la terrenal. La Madre María ofrece seguridad y protección a sus hijos de la Tierra. Por eso no nos debe sorprender el hecho de que los santuarios de la Virgen estén siempre llenos. La gente acude allí donde siente aceptación y amor. El hombre acometido por el miedo y la desesperanza busca a Dios y para ellos, las puertas de Dios están siempre abiertas. Por eso, sólo Dios puede dar la paz terrenal. El Salmo 62 canta: "Sólo en Dios descansa mi alma" La Virgen, Reina de la Paz habla a menudo sobre la paz. En verdad, Ella nos llama la atención sobre las palabras de Jesús: "Les dejo la paz, mi paz les doy... No se inquieten ni tengan miedo"(Juan 14,27). El miedo no desaparecerá por sí mismo. El miedo debe ser vencido, teniendo confianza en Dios, quien puede transformar todos nuestros desasosiegos en un juego alegre y en una seguridad eterna.
Fray Mario Knezovic
(almas_peq)
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