SAN JUAN DE LA CRUZ
Rendirse a las pasiones
enceguece nuestras almas
porque la pasión es ciega.
Llegamos a ser como las mariposas nocturnas,
que, encandiladas por la hermosura de la luz,
vuelan directo hacia la hoguera.
La pasión es una luz fuerte,
que nos encandila.
Cuando se la mira fijamente
nos hace ciegos a cualquier otra luz.
Esta luz de la pasión es tan fuerte en nosotros,
que oscurece nuestro entendimiento.
La pasión es como polvo en el ojo de nuestras almas,
no podremos ver.
"Si un ciego guía a otro ciego
los dos caerán dentro de un pozo" (Mt 15,14)
Vivimos sin darnos cuenta
del bien de luz divina
de que nos priva esta ceguera voluntaria,
inconscientes de los males y daños
en que nuestras pasiones
nos hacen ir cayendo cada día.
Nos convencemos a nosotros mismos
de que, con solo nuestro entendimiento,
podremos evitar las trampas
que la pasión nos pone delante,
y que la ceguera total
nunca sobrevendrá a nuestras almas.
Preferimos buscar a tientas
nuestro camino por la vida,
tropezando, cayendo en la oscuridad,
cuando la luz nos rodea por todas partes.
No temas a la noche - Pág. 74 - Editorial San Pablo
(S.B.)
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