16 de Octubre de 1977
Margarita- (Al despertar esta mañana)
Tengo que centrar mis esfuerzos sobre lo más imperfecto en nosotros. Para unos, es la susceptibilidad con lo que comporta de desagradable para nosotros y para los demás; para otros, es la curiosidad que es un gran defecto que traiciona la discreción.
Para algunos son los celos y todo el mal que hacen al alma deseosa de encontrar mejor al Señor en sus vías; es la cólera que muy a menudo encabeza nuestros primeros movimientos.
Es el exceso de la lengua que no puede callarse, y que hiere tan a menudo, olvidando que, en algunas
circunstancias, el silencio es oro; por fin es el rencor, hermana de todos los defectos, contra todos los que no comparten nuestra opinión. Es también la envidia que quema el corazón, sin poder exteriorizarse pues falta la humildad y esto es lo más temible! No se atreve uno a confesar todos los fallos, graves de consecuencia,por temor a desvalorizarse ante los demás; ahí está el peligro de ver como echan raíces cada vez más profundas en el alma sometida a su yugo.En muchas almas también está el deseo de posesión, un espíritu de propiedad, tanto en lo espiritual como en lo material. Alguien decía un día:"Si lográis corregiros de un solo pequeño defecto al cabo de un año, habréis conseguido una gran victoria" (Santa Teresa de Avila)
Saco la conclusión que la lucha contra el yo, es necesaria con la ayuda de Dios. No basta con conocer su miseria y conformarse con ella: hace falta combatirla con todos los medios que Dios pone a nuestra disposición, lo contrario sería demasiado fácil.
Me acuerdo de una palabra de Jesús en el Mensaje: "La vida es una lucha perpetua. Los pobres que han recibido un talento, deben hacerlo frutificar incluso si no da un céntuplo, puesto que nuestros esfuerzos nos merecen el cielo; enterrarlo es exponerlo a la cólera divina. Hay que allanar el camino que Dios toma en nosotros pues si sabemos que las zarzas y las espinas abundan en nosotros - e incluso que Señor pasa a través sin herirse - apliquémonos a confeccionarle una alfombra mullida hecha en pequeños sacrificios y renuncias, de oraciones humildes y confiadas... El nos bendecirá en su paso en nosotros, y sobre todo, Él nos amará".
Libro: "Mensaje del Amor Misericordioso" - TOMO 2 - Pág.223 - 224 - LAP Argentina
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