7 de Mayo de 1992
Margarita- La alegría de Dios es mi alegría, alegría no sentida pues el silencio es total. La aridez, la impotencia, el vacío, pero siempre el querer en mi.
Tengo que dedicar a Jesús todas mis acciones, por mínimas que sean, pues Jesús las perfuma con puro amor.
Dios se alegra de la fiel voluntad de amor que exige la presencia de su hija. Los dolores de mi Jesús son también los míos y quiero consolarle, pero, ¿Qué es este "quiero", cuando mi corazón está vacío y más ansioso de recibir que de dar lo que ahora le falta?
Vuelvo a vivir el dulce momento pasado ayer a los Pies del Niño-Dios con mi Padre en Tongres. Mi rezo fue ardiente y suplicante para implorar la protección de mi Pequeño Rey
... ¡Oh mi corazón! ¡mi corazón! ¿vas a cantar por fin el Aleluya del Divino Amor que lo espera de su pequeña, tan pequeño?
Mensaje del Amor Misericordioso - TOMO 4 - Pág. 326 - LAP Argentina
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