SUGERENCIAS PARA LA ORACIÓN:
Dice Santa Teresa de Jesús en el libro de su vida que "no está el amor de Dios en tener lágrimas, gustos y ternura en la oración, sino en servir a Dios con justicia, fortaleza de ánimo y humildad..."
(Vida, XI, 13). Y , ciertamente lo dice así la gran maestra de la oración, porque suele darse en almas que comienzan este camino de particular unión con el Señor, el pensar que si solo sienten gustos y consuelos están haciendo oración, y si no los sienten, no. Como tantas veces se ha dicho: hay que buscar al Dios de los consuelos y no los consuelos de Dios. La oración es búsqueda de Dios, por ser el Amor, por ser nuestro Señor y Creador, y porque solo Él merece nuestra alabanza y Gloria.
Así mismo, puede darse un gran error y es no llevar la oración a la vida. Nuestro encuentro cotidiano con el Señor debe ser el motor de la jornada. A la oración debemos llevar todas nuestras intenciones y necesidades, súplicas, anhelos y agradecimientos, todo debe pasar por la oración, porque es presentárselo al Señor.
En un Alma Pequeña, esta manera de orar, obrar y actuar, es específico de su misión en la Iglesia y en el mundo. A este respecto, nos dice el Señor a través de Margarita su mensajera: "Deseo que mis almas pequeñas lleven al mundo mi testimonio de mi amor por él...."(12.6.72). Solamente podremos llevar esta experiencia del amor divino, si lo experimentamos, o mejor dicho, si nos acercamos al Corazón de Cristo que, como rezamos en la letanía del Sagrado Corazón, es "horno ardiente de caridad", que nunca se apaga ni extingue, sino que siempre permanece..."Ser alma pequeña, es irradiar el amor" nos dice Jesús en su Mensaje del 24.10.73. ¡Cuántas personas hay que dicen hacer oración y luego no lo reflejan en su vida! Si nos manifestamos con palabras y gestos, con nuestro comportamiento y con nuestra manera de ser, la experiencia de la cercanía diaria del amor que es Dios, algo falla o algo falta.
"Sed dulces revolucionarios del Amor" (7.4.74), nos pide el Señor. Pues para que todo sea una realidad, hemos de analizar nuestra oración, nuestra forma de tratar al Divino Maestro. ¿Voy con el alma limpia, sin doblez ninguna? ¿Voy a entregarme totalmente al amor y dejar que Él me transforme? ¿Voy con seguridad que lo hago porque el Señor se lo merece y yo lo necesito? ¿Soy consciente de que mi vida y la realidad que la rodea, solo podré transformarla buscando la Voluntad de Dios sobre mí, que se manifiesta en la oración personal e íntima? (...)
Padre Carmelo - LAP España
ECOS DEL MENSAJE - LAP ESPAÑA
No hay comentarios:
Publicar un comentario