lunes, 18 de julio de 2011

Nuestras obras no son dignas de Dios...



- Nuestras obras no son dignas de Dios, porque siempre serán imperfectas, son los frutos de un árbol  enfermo que es nuestra naturaleza.
Jesús con sus méritos, ennoblece,  eleva y purifica lo que nosotros hacemos que tiene poco valor. Nuestras obras son como el agua para el milagro de las bodas de Caná   o los cinco duros panes de cebada y los humildes pescaditos para el milagro de la multiplicación de panes. Es todo lo que el hombre limitado puede poner de suyo para que Cristo actúe.
Pero Jesús quiere, y pide que el hombre ponga lo poco que tiene o lo que puede como condición para actuar. El pondrá su omnipotencia y realizará milagros o cosas grandiosas con nuestras humildes personas, pero pide nuestra humilde colaboración. 
Esta enseñanza de la Biblia puede llevar a actitudes equivocadas: una actitud posible consiste en una fuerte tentación de dejarse estar... total nuestras obras de bien nos hacen justos. Es la desvalorización de las obras.
Otra actitud posible : no se da importancia al pecado, porque lo que se salva es solamente la fe en Jesús...
Estas actitudes se realizaron, en el protestantismo en manera particular.
Para una auténtica vida cristiana se necesitan dos cosas: la fe en Jesús y la buena conducta moral. San Pablo tiene el mismo pensamiento en la carta a los Gálatas (Gal.5,6)..."Tiene valor la fe que actúa por la caridad" .El hombre no puede hacer valer una justicia suya, conquistada con sus obras, sino que debe recibirla como don de Dios, que valoriza las obras hechas con fe en Jesús y con humildad, no por ostentación y brillar, lo mismo, se debe tener cuidado con la manía de juzgar y reprobar a los otros.
Esto se entiende muy bien en los textos bíblicos: "no quien me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la Voluntad de mi Padre que está en el Cielo"  (Mt 7,21+)Todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo para que reciba cada cual el pago de lo hecho durante su vida mortal, en bien o en mal (2 Cor. 5,10)  
De esto se concluye que la justificación del hombre tiene como movente la misericordia de Dios, no obras o méritos humanos. Sin embargo Dios no concede su gracia si no hay buena conducta, y un esfuerzo serio de realizar el bien, y no hay perdón sin arrepentimiento, que es lo que únicamente podemos hacer.   
Todo dependerá de lo que en nuestra pobreza, podemos hacer.






Ecos del Mensaje - Lap Argentina  


(S.B.)                                                                           

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