El conocimiento en el Espíritu Santo nos libera a todos los niveles de nuestro ser y esto nos ayuda a liberarnos también de nuestros miedos, fruto también de la incapacidad de comunicarsnos: tenemos miedo porque en el fondo, en el alma, no sabemos recibir ni dar amor. De esta liberación en la comunicación nace la posibilidad de compartir la vida, de ser "un solo corazón y una sola alma". Pero aún no hemos llegado a nuestro objetivo, primero hay que dar otro paso fundamental: morir a nosotros mismos, a nuestras razones, a nuestros "esquemas" mentales y afectivos y proponerse humildemente renunciar a lo que nos separa de los demás.
El presupuesto es la disponibilidad para perdonar a quien nos hiere, porque cuando no lo hacemos, cuando nos cerramos en nosotros mismos, en nuestra ofensa, en nuestro orgullo herido, impedimos al espíritu Santo la posibilidad de fluir libremente y de sanar todo mal. Pero también quien se protege en una actitud de crítica, de prepotencia, de falsa seguridad, debe ser consciente de que su cerrazón es un gran obstáculo a la acción del Espíritu de comunión. Debemos pues, en todo momento, vivir como si fuese un nuevo inicio, como si el mundo tuviese que comenzar desde el principio en nuestras almas, sacrificando nuestra experiencia, aún cuando la consideremos buena.
Ante los hermanos debemos presentarnos con una actitud de serena "nulidad", así dejaremos libre el espacio al Espíritu Santo para que actúe en los diversos niveles de nuestro ser y eliminar las barreras que nos separan de los demás. En ese punto estaremos preparados para acoger el amor de Dios que nos une y nos hermana.
El Verbo de Dios que habita en nuestras profundidades debería ser el principio de todo pensamiento, de todos nuestros afectos, de todas nuestras actitudes y nada debe tener lugar en nosotros sin Él. El mismo Jesús muchas veces decía a sus apóstoles "¡no temáis"! El temor en nuestras relaciones nace del hecho que a veces somos juzgados. Pero hay que combatir con fuerza el miedo de ser juzgados de otro modo, no podemos reflejarnos en los demás, en la diversidad que Dios ha puesto en ellos.
serenidad |
Ecos - Lap Argentina
(Almas_peq)
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