domingo, 28 de agosto de 2011

Recuperar la paz


Incorporar a los demás: la armonía fraterna


No habrá verdadera armonía en nuestras vidas si no estamos armonizados con la gente, reconciliados con los demás, si no dejamos de resistirnos ante ellos, si no nos <<aflojamos>> en el trato con el otro.
Existe un grave error en pensar que la vida se <<carga>> en la meditación o en el encuentro con la naturaleza y que se <<descarga>> en el trato con los demás, en el servicio al otro, en el diálogo. La vida también se carga de energía, se armoniza y se restaura en un sano encuentro con los demás, con el corazón puesto en ellos. Porque estamos hechos para el encuentro.Nuestras fibras más íntimas no fueron creadas para el aislamiento. Las mejores energías de la persona no se activan cuando se encierra en sí misma, sino cuando aprende a salir de si misma hacia los demás.




Por eso es necesario incorporar de alguna manera a los demás en nuestro camino espiritual y en nuestra búsqueda de paz interior. Si no lo hacemos, jamás encontraremos la verdadera paz . Claramente enseña la Biblia que <<si alguno dice que ama a Dios y odia a su hermano es un mentiroso>> (l)n 4,20. También enseña la palabra de Dios que <<Satanás se disfraza de ángel de luz>> (2Cor11,14) Porque a veces escondemos un profundo egoísmo bajo el manto de la espiritualidad o del <<bienestar espiritual>>. Pero eso no es más que un terrible <<egoísmo relajado>>.






El aislamiento no nos lleva a encontrarnos mejor a nosotros mismos; al contrario, produce <<una cierta desconexión con uno mismo, por carecer de marcos de referencia, a partir de los cuales el sujeto puede identificarse como persona con ideas y sentimientos propios y distintos de los demás.. dicha carencia de identificación repercute siempre de manera negativa en el equilibrio y la salud mental del individuo>>(J.A.Bernard)
Los que confunden la verdadera y sana soledad con el aislamiento egoísta y autosuficiente <<acaban por atrofiar sus capacidades de expansión personal>>
Un mundo relacionado rico y variado, si se sabe vivir bien, es mucho más sano que el aislamiento. Una conversación distendida, respetuosa y abierta puede ser un buen remedio para algunos problemas interiores.
También el servicio a los demás, ayudar a otros, procurar la felicidad de alguien, es una manera de distender algunos pliegues del alma y de liberarse de muchas perturbaciones.
También es muy importante llevar a los demás a nuestros momentos de oración, recordar sus rostros y pedir a Dios por ellos, dejándolos en el corazón de Cristo.










(almas_peq)

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