El Divino Maestro nos advirtió: <<Donde está tu tesoro, allí está tu corazón>>(Mateo 6,21)
Cuando se tienen varios tesoros, como no podemos tener un corazón para cada uno de ellos, el corazón se desgarra y aparecen todo tipo de neurosis, desdoblamiento de personalidad, hipocresía, mentiras y frustraciones, por no conseguir todo lo que se busca. Este es el origen de muchos problemas psicológicos, pues no existe pureza de intención, sino que existen motivaciones impuras, es decir, contaminadas.
Cuando se encuentra la perla de gran precio, se sabe que esa es precisamente y que no hay otra. Por eso se es capaz de vender todo, con tal de comprar aquella perla. Sin embargo, no olvidemos que este hombre es comerciante por profesión. Está habituado a la compra -venta de perlas finas. Ese es su negocio y por supuesto que en toda transacción debe ganar. Al vender todo y comprar la perla. ¡salió ganando! Había logrado hacer el negocio de su vida. Lo importante no fue a lo que renunció, sino lo que adquirió.
Algunos se detienen ante el precio de la perla, porque no han descubierto su valor real. Pero quien de veras conoce, sabe que está ante la mayor oportunidad de su vida y no puede desaprovecharla.
Hay que renunciar a muchas cosas y privarse de otras perlitas para encontrar la perla preciosa. La alegría del encuentro es la motivación para todo lo que sigue. El primer signo de haber encontrado la perla de gran precio, es la alegría que no se puede esconder ni disfrazar. Es tan grande, que uno se desprende de todo cuanto tiene.
Jesús vino a enseñarnos a vivir. En esto radica el secreto de una vida plena y feliz: tener un solo valor supremo que dé dirección y sentido a toda la vida. El secreto de Su vida, como el de Sus discípulos, consiste en tener una sola perla preciosa, frente a la cual todo palidece o se ubica en la jerarquía de valores. Solo una cosa vale la pena en este mundo, con tal de que sea una...
José H. Prado Flores
Revista de los Auxiliares Marianos de EE.UU. - Año 2001.
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