lunes, 16 de enero de 2012

LA PERLA


<<El Reino de los Cielos es semejante a un comerciante que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra>> (Mateo 13,45-46)


Aquí se trata de un hombre perito en la materia. Conoce las minas de las piedras preciosas y trata diariamente con los comerciantes de toda la región. Es todo un profesional en su ramo. Visita museos y exposiciones, estudia en libros y asiste a congresos. A este nadie lo engaña, pues es experto que analiza con lupa y prueba con sustancias químicas la calidad de los elementos y metales. Ha aprendido a distinguir lo verdadero de lo falso, lo aparente de lo real. Reconoce los finos diamantes y el brillo de los zafiros. Sin embargo, tiene una especialidad: las perlas. Este es su campo en el que ha enfocado toda su vida. Se ha identificado tanto con ellas, que no hay secreto que no conozca, ni perla que no haya clasificado. Era un experto en reconocer el oriente de cada perla; ese brillo irisado que refleja la luz en las laminillas de la perla.


Además, el texto griego subraya que no buscaba cualquier tipo de perlas, ni se contentaba con un aspecto de ellas, sino perlas que fueran "Kalous", es decir, que tuvieran la perfección, tanto en su brillo, su calidad y su valor.


Las perlas, a diferencia de las piedras preciosas, son producto de un ser vivo. El molusco que va cubriendo de fino nácar, con paciencia y belleza inigualable. Por tanto, no se trata de fría relación con piedras, sino que se tiene contacto con la vida y el proceso de la naturaleza, que es capaz de formar verdaderas piezas de arte.




Pero cierto día que no se precisa, y que por tanto puede ser un día como hoy, encontró una perla que superó toda expectativa. No se dice ni cómo ni dónde fue, para dejar abierta la posibilidad a cualquier circunstancia.De la forma más sorpresiva se encontró con una perla totalmente fuera de serie, que jamás había sabido de su existencia. Su tamaño, pero sobre todo su "oriente" eran únicos y singulares.
Se trataba de la perla "Kalé" por excelencia.


Sin embargo, lo singular y exclusivo de este hallazgo radica en una palabra muy sencilla que generalmente pasa desapercibida en la lectura y reflexión: una. No encontró un collar de perlas finas, sino una sola, que era excepcional y más allá de toda expectativa.


Esta perla representa el encuentro del valor supremo que da sentido a toda la vida. Quien encuentra el sentido de la vida, que hace valioso y significativo todo cuanto hacemos, ha hallado lo más significativo para su existencia, mucho más valioso que cualquier otra cosa. Aunque no es posible definirlo exactamente con una fórmula o una meta común para todos, lo importante es que es el objetivo único, al que se tiende en toda la actividad que se realiza. Sin embargo, sí se reconoce cuando se ha encontrado.


Cuando Pablo se encontró con "su" perla, declaró:<<Todo lo tengo por basura en comparación del conocimiento de mi Señor Jesucristo>>(Filipenses 3,8).




Teresa de Ávila repetía incesantemente:" quien a Dios tiene, nada le falta."


(Hacer click sobre la imagen)
Francisco de Asís decía: "mi Dios y mi todo".


Estas expresiones pueden parecer exageradas, y lo son para todo aquel que no haya encontrado la perla preciosa.


Para otro, puede ser el amor de Dios, cuyo conocimiento está fuera de toda descripción. Para otro, el servicio a los pobres o anunciar el Evangelio. No es algo que se pueda definir y ser idéntico para todos, pero ciertamente cuando se encuentra, todo es dependiente de este valor supremo que da sentido a toda la existencia y actividad humana.


Así, no estaría fuera de lugar preguntarnos si nosotros ya tenemos un valor supremo, que da dirección a toda nuestra vida, a cuanto hacemos y tenemos. Cada quien tiene un polo de atracción, que es lo que motiva todas sus acciones... pero lo peor sería que la vida no tuviera ningún sentido o dirección, porque entonces se navegaría a la deriva, procurando varias cosas a la vez, sin nunca llegar a puerto alguno.


El secreto de la vida plena de Jesús radica en lo que Él repitió de tantas formas:<<Marta, Marta... en realidad una sola cosa es necesaria>>(Lcs.10,42) <<No se puede servir a dos señores...>>(Lcs 16,13) <<Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás vendrá por añadidura>> (Mateo 6,33). (...)




Revista de la Asociación Auxiliares Marianos- EE.UU. (2001)

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