5. OFRECER
"Estoy crucificado con Cristo; ya no vivo yo,
es Cristo que vive en mí".
(Gál 2, 19-20).
"Ahora me alegro de poder sufrir
por ustedes, y completo en mi carne
lo que falta a los sufrimientos de Cristo
para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia".
(Col. 1, 24)
No nos conviene imaginar un día sin dificultades, creer que durante toda la jornada no tendremos problemas de ningún tipo, que todo será celestial. Porque seguramente no será así; siempre habrá algo que nos moleste.
Nos conviene más bien ofrecerle a Dios desde el comienzo del día todo lo que nos toque vivir, entregarle como un regalo de amor todas las molestias, cansancios, dolores o contratiempos que tengamos que soportar. Decirle a Jesús que le regalamos nuestro esfuerzo para soportar y enfrentar todo lo que sea desagradable; se lo regalamos como una pequeña ofrenda de amor a su amor inmenso que se entregó en la Cruz.
De esa manera, cuando se cruce alguna dificultad en nuestro camino, en lugar de rebelarnos le encontraremos un sentido, nos uniremos con ternura a Jesús crucificado. Será nuestra cuota de participación en su pasión. Si Jesús tuvo que sufrir y lo aceptó, ¿por qué yo no?
Pero también podemos ofrecer al Señor esos momentos desagradables que puedan aparecer en el día que comienza pidiéndole por alguna intención personal, por algo que nos gustaría conseguir, o por el bien de un ser querido. Así, cuando llegue algún momento difícil, no nos irritaremos, sino que recordaremos que ya lo hemos ofrecido por algo que deseamos conseguir y lo aceptaremos con calma y fortaleza.
O R A C I O N
*Señor, acepto que hoy no sea un día perfecto, ya
he aprendido que esta tierra
* todavía no es el cielo. Sólo te pido
que mi vida no sea inútil,
*que lo que yo viva hoy sirva para algo.
No pretendo que hoy todo sea fascinante, y quiero
*regalarte con amor todo pequeño
cansancio, sufrimiento, contratiempo.
*o dificultad que deba soportar.
*Te ofrezco, Señor amado, todo lo que me
pueda desagradar en este día, te lo entrego con
*amor, así como Tú te
entregaste entero, hasta el fin, en la Cruz.
*También te ofrezco con ternura lo que
me toque enfrentar hoy, cada pequeña
molestia, para que bendigas a las
*personas que amo y para que
me ayudes en mis proyectos.
Dame mucha paciencia, Señor mío,
*para poder responder al mal con el bien, para no
entrar en el espiral de la violencia, para aceptar
*con calma todo lo que me
perturbe en mi relación con los demás
*entregándotelo a Ti.
Amén.*
"Cómo empezar un buen día" - Ediciones Paulinas - (23-24-25-26)
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