Es verdad que la palabra de Dios nos invita a ser generoso. Pero también nos invita a que no estemos preocupados, tensos, irritados. Al contrario, nos pide que nos ocupemos de las cosas sin inquietarnos.
<<No os inquietéis por cosa alguna>> (Flp 4,6)
Jesús fue capaz de superar todas sus resistencias, y también el temor a la muerte. Cuando estaba sufriendo el dolor y el fracaso de su Pasión, se dejó estar, completamente confiado, en los brazos de su Padre:
<<Padre, en tus manos encomiendo Mi Espíritu>> (Lc 23, 46)
(S.B.)
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