lunes, 11 de julio de 2011

Pídele a Dios...

ORACIÓN




<<Dios mío, enséñame a detenerme. Quisiera vivir plenamente cada momento, con todo mi corazón y toda mi mente en cada cosa que me regales.
Mira esta ansiedad que me perturba y seréname, Señor. Ayúdame a descubrir que nada es urgente o indispensable.
Enséñame a entregarme con todo mi ser en cada cosa que tenga que hacer o vivir sin dejar que mi mente vuele hacia el futuro. Aplaca mi ansiedad, Señor. Dame la gracia de detenerme ante la vida que me das.
Quiero proclamarte a Ti como Señor de todo mi futuro y de todos mis planes. Muéstrame lo bello que es depender de Ti, dejando todo en tus manos, y entregándome al momento presente. En Tí seré fuerte, sólo Tú eres Dios. Tú me protegerás y en Ti todo estará seguro y feliz. Aunque no se cumplan mis proyectos. Tú me ayudarás a lograr lo que más necesito.
Señor, refrena esa loca carrera de pensamientos que hay en mi mente. Pacifica mi mente, pacifica mi alma, pacifica mi cuerpo.
Enséñame a detenerme con toda mi atención en lo que me concedas vivir. Tú amas mi felicidad. Ayúdame a disfrutar con todo mi ser de cada regalo tuyo. No quiero despreciar las alegrías simples de la vida por estar soñando con otras cosas que no tengo. Dame la gracia de vivir el presente, y de descubrirte en cada persona y en cada cosa, porque todo es importante si es un regalo de tu amor.
Señor, mi Dios, Tú eres armonía pura. En Ti no hay aburrimiento ni ansiedad. Tú eres vida intensa, pura y plena, pero al mismo tiempo eres una inmensa serenidad. Por eso, si Tú invadieras mi vida, mi ansiedad se sanaría por completo.


Libérame, Señor, de todas las ataduras interiores que me llevan a la inquietud interior, al activismo enfermizo y al desorden. Dios de paz, armoniza mis pensamientos y mis energías para que pueda detenerme y estar entero en cada cosa. Ordena mi vida para que pueda vivir todo en Tu presencia con sencillez de corazón.
Señor Jesús, ahora quiero detenerme a contemplarte a Ti, que eres el modelo de toda perfección, y siempre fuiste un ser humano sano y armonioso. En Ti no había lugar para las ansiedades. Tu mente y tu sistema nervioso funcionaban con orden, con intensidad y con calma al mismo tiempo. Pero sobre todo, estabas tan sometido a la voluntad del Padre, que te entregabas por entero a cada cosa, sin querer anticiparte a nada.
Por eso pudiste treinta años, casi toda Tu vida, trabajando como carpintero en el silencio y la sencillez de Nazaret. Tú que tenías poder para cambiarlo todo, sin embargo no tenías prisa y aceptaste con sencillez ese tiempo de trabajo oculto y simple en un pequeño pueblo. Nada de ansiedad. Todo a su tiempo.
Tampoco fuiste ansioso con tus discípulos. Sabías que el crecimiento de las personas lleva su tiempo, y respetabas pacientemente este proceso.
Yo quiero contemplarte a Tí Señor Jesús, tan libre por dentro, tan desprendido de tu tiempo. Te detenías largo rato con Nicodemo, con la Samaritana. Podrías haberles dicho que estabas planeando cosas más importantes. Sin embargo, en Tu corazón desprendido no había lugar para las ansiedades. Por eso les regalabas sinceramente ese tiempo de atención y de amable diálogo.

Penetra en mí con tu gracia, Señor, para que pueda vivir como viviste Tu. Siendo Dios, fuiste capaz de esperar, de detenerte, de aguardar el tiempo justo para cada cosa. Armoniza mi mente, Jesús, con la luz de Tu Amor. Pasa tu mano y serena mi corazón, que se llena de ansiedades. Serena también mi cuerpo, que a veces se enferma a causa de esa prisa interior.
Señor Jesús, quiero recordar también a Tu Madre, que conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Enséñame a mirar así cada momento de mi vida, cada experiencia que me regales, para que pueda encontrar tu amor a cada instante, para que no pase superficialmente por la vida. Jesús, no quiero entregar mi mente y mi corazón a la ansiedad. Coloca en mi corazón esa serena atención que había en el interior de tu Santisima Madre. Amén.>>

Autor: Víctor Manuel Fernández




(S.B.)

1 comentario:

  1. Es verdad, la ansiedad es como un motor a toda velocidad que nos mueve por dentro y no nos deja disfrutar de la vida que tenemos.
    Habría que ponerse muy firme para cambiar esta existencia agitada, por otra que nos brinde paz y tranquilidad.
    La prisa, ansiedad, nervios, como le quieran llamar llega a apartarnos de lo más fundamental para nuestra vida, de Dios.
    Quien vive al ritmo de las palabras divinas vive en paz y alegría.
    Pero¿ cómo hacerlo? somos un manojo de nervios que nos agita y nos hace transitar por el mundo y la realidad sin ver nada. A lo loco y el corazón agitado. Eso nos mantiene fuera del ámbito divino. ¡Señor! Ayúdanos, qué haremos para vivir como Tu nos enseñas?

    ResponderEliminar