La proximidad de un nuevo año, es un tiempo adecuado para celebrar el sacramento de la Reconciliación, que incluye la necesaria manifestación personal de los pecados mortales o graves -aconsejándose la mención de los pecados veniales o leves- , el arrepentimiento y la intención de cambiar la conducta para iniciar una nueva vida.
Se prepara con el "examen de conciencia", acto que no debe ser una ansiosa introspección psicológica, sino la confrontación sincera y serena con la ley moral interior, con las normas evangélicas propuestas por la Iglesia, con el mismo Cristo Jesús que es para nosotros maestro y modelo de vida, y con el Padre Celestial que nos llama al bien y a la conversión (Juan Pablo II)
DESAFÍO A LA CONCIENCIA
El examen íntimo comienza reconociéndose en la presencia del Dios del Amor y la Verdad, la ternura y el encuentro. Él nos conoce más que nosotros mismos.
Se puede comenzar con una pregunta muy general y directa:
Desde la última confesión, ¿la conciencia me señala alguna acción, realizada con claro conocimiento y libertad responsable, que haya transgredido gravemente los valores manifestados en los mandamiento de Dios, enseñados por Jesús de Nazaret al anunciar su Reino, interpretados y transmitidos por la Iglesia? Luego, se pueden recorrer los Diez Mandamientos, de manera que su sólo enunciado ayude a una autocrítica más detallada y concreta.
Este examen de conciencia parte de las palabras de Jesús sobre el mandamiento principal: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu.
Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero, Amarás al tu prójimo como a ti mismo".(Mateo 22, 37-39)
Las respuestas positivas serán un estímulo para continuar avanzando en la construcción del reino de Dios, las negativas mostrarán las actitudes que han de modificarse y los actos concretos que se mencionarán en la confesión.(...)
(almas_peq)
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