lunes, 25 de abril de 2011

Llevar la Cruz...

VIVIR LOS MISTERIOS DEL DOLOR

Hemos  oído muchas veces en los discursos de Juan Pablo II la invitación a "No desaprovechar el sufrimiento", sino al contrario, a valorarlo como circunstancia en la que se encuentra más fácilmente el rostro sufriente de Aquel Cristo " que toma sobre sí, por así decirlo, todas las enfermedades del hombre y del género humano". También se los recuerda a los que llevan la pesada Cruz de la enfermedad física y mental. Centrándose en la imagen de la Virgen de Lourdes (11 de febrero) que lleva entre las manos la corona del Rosario.
El Rosario da la respuesta cristiana al problema del sufrimiento:la obtiene del misterio Pascual de Cristo.
Quien lo reza recorre con María el itinerario de la Vida y de la Fe. Itinerarios en el que el sufrimiento humano forma parte integral, que en Cristo se convierte en sufrimiento Divino-Humano, Pasión salvífica.
Ciertamente no es fácil, pero es posible cuando se imita a Aquel que no combatió con la fuerza, el dominio del mal, sino solo con un abandono filial a la acción del Padre;
acompañado por el Amor de la Madre:
"Esta misma actitud obra en nosotros, gracias al Espíritu Santo, cuando, en la experiencia de la enfermedad, recorremos con María la Vía de los Misterios Dolorosos. Quien lleva la Cruz con Jesús ofrece un testimonio elocuente,
también hacia todos los que se sienten incapaces de creer y esperar..." 








S.B.

1 comentario:

  1. Solamente cuando la enfermedad nos ataca como un enemigo agazapado, o llega a un ser querido haciéndonos afligir desde lo más profundo, es cuando nos desesperamos y acudimos a Cristo para que nos ayude, nos alivie de ella.
    Sin embargo el cristiano debería proceder de otra manera, sin desesperarse, sin tratar de eludir el dolor y al contrario ofrecer ese sufrimiento a Dios, aceptar la Cruz que en ese momento nos está aplastando. Pero... ¿lo hacemos? ¡Es tan difícil! Pues todos los seres humanos queremos vivir sin sufrir y eso está bien, queremos ser felices y también está muy bien, pero lamentablemente alguna vez sufriremos, nos enfermaremos, perderemos a alguien que amamos, y para ello no estamos preparados.
    Habrá que rezar mucho a María para que fortalezca nuestra débil Fe y la aumente de manera tal que en algo podamos imitar a Aquel que lo dio todo por nosotros. ¡Señor! Por favor haznos valientes y confiados en tu Divina Misericordia!.

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