miércoles, 29 de junio de 2011

¡¡SALVEMOS A LOS NIÑOS!!


Un recién nacido indefenso, en la humildad de una gruta, devuelve


 la dignidad a cada vida que nace... En Él podemos reconocer los 


rasgos de cada ser humano que es dado a luz sea cual sea la raza o


 nación a la que pertenezca.


Al observar a Jesús en el maravilloso misterio de su infancia, Juan


 Pablo II denunció también su preocupación por todos los niños 


del mundo: muchos, demasiados, son los niños que nacen 


condenados a sufrir sin culpa las consecuencias de conflictos 


crueles.
Salvar a los niños significa salvar la esperanza de la humanidad,


 además de sus pequeñas vidas;  el Dios que se hizo hombre nos da 


el derecho a esperar.


¡¡Cambiemos el mundo, Salvemos a los niños!!



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