domingo, 25 de diciembre de 2011

La Consagración y sus implicancias (continuación.)


 Al introducirnos en el corazón humano de la primera creatura totalmente consagrada a Dios desde la tierra, somos ayudados a revivir con plena conciencia el hecho salvífico de ser hijos del Padre, hermanos de Cristo y templos vivos del Espíritu Santo. De esta manera nos proporciona en consecuencia, la posibilidad de vivenciar nuestro ser Iglesia desde una dimensión maternal.
La Iglesia, con su vida sacramental, nos incorpora a la vida sobrenatural, relacionándonos sacramentalmente con lo sagrado. Dentro de esta Iglesia la consagración al Inmaculado Corazón de María es una dinámica santificadora con el valor ejemplificador de la Santísima Virgen.
Por todo esto la consagración al Corazón Inmaculado de maría no es algo accidental en la Iglesia ni puede relacionarse con un tipo de apostolado moderno o antojadizo. Debemos relacionarlo a un llamado providencial que nunca lograremos desentrañar del todo, uniéndonos íntimamente a la acción maternal de María establecida por Dios para los hombres.


Diferencia con la Consagración Bautismal
Así, como hemos ido destacando los fundamentos y la importancia de la consagración al Inmaculado Corazón de la Madre, es importantísimo reubicar dentro del lugar que corresponde a la consagración Bautismal, sin la cual la de María pierde su sentido eclesial más íntimo.
El Bautismo tiene un carácter consagratorio primordial que antecede a cualquier otra consagración, no sólo en el orden cronológico, sino en un orden superior sacramental.
Toda nuestra vida cristiana permanece bajo el signo Bautismal porque mediante él somos regenerados en Cristo.
Este Sacramento es dador de vida sobrenatural y cualquier otra consagración que realicemos, nos relaciona vitalmente con él. Así cuando decimos que el acto de consagración al Inmaculado Corazón de María lo realizamos desde nuestro "ser Iglesia", significa que lo hacemos desde nuestra realidad de bautizados.
Esta consagración realizada por un sacerdote dentro de una ceremonia religiosa o en el seno de nuestros hogares, tiene una importancia mayor que la de una consagración personal, porque la presencia del sacerdote, la bendición e imposición del escapulario, etc., junto a una comunidad cristiana, donde se convive y participa de la ceremonia, nos despierta a una verdadera dimensión materno y paterno filial.


Fuente:"Consagración al Corazón Inmaculado de María"- Dinorah B. de Baraldo Victorica - Editorial Claretiana- Bs. As.

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