...Al llegar a Belén para cumplir con los requisitos del censo, le llega a María el tiempo de dar a luz. El Evangelio nos dice que no había lugar para ellos en el albergue. En esos días Belén estaría colmada de viajeros y, claro, quién se fijaría en un humilde carpintero y su esposa; resultarían insignificante entre la gente. Pero Jesús debía nacer y contar para ello con un lugar abrigado, al menos. Así es como arreglan como pueden un pesebre para que María dé a luz a su hijo primogénito, lo envuelva en pañales y lo recueste junto a Ella.
¡Nada menos que Dios mismo naciendo aquí en un pesebre! Jesús entre la paja de un establo!...
¡Qué misteriosos son los caminos de Dios! Es muy llamativo destacar que, apenas nacido Jesús, es María quien lo abriga y lo arropa. pese a haber dado a luz allí mismo, no descansa de inmediato sino que su primera preocupación es que su hijo esté bien.. No repara en ella misma sino que atiende primero a Jesús, pese al cansancio y dolor que produce cualquier parto, más en esas condiciones.
Ya desde el Nacimiento, María aparece íntegramente dedicada a su hijo. Han pasado largos meses desde aquel día de la Anunciación. Su sencilla entrega comienza a manifestarse en obras concretas. Primero está Jesús y su misión, todo gira en torno a Él, Incluso su propia vida, libremente ofrecida para ser la Madre de Dios.
Nadie en la posada, ni en la ciudad, es advertido del nacimiento ocurrido.Máxime teniendo en cuenta de la sencillez de los padres.
Para descubrir a Jesús es necesario una actitud del corazón, no basta con los sentidos.Puede ocurrirnos como a sus contemporáneos, que pasemos frente a Él sin reconocerlo.
Unicamente los pastores, advertidos por el Ángel reconocen en ese mensaje la esperada llegada del Mesías, es una gran alegría para todos, la esperanza de la liberación ha llegado. Está con nosotros.
Solamente los pobres del lugar, los pastores de Belén tienen conocimiento del suceso, Dios se hace hombre desde los pobres y son ellos los primeros destinatarios de su mensaje.
Jesús nace pobre, entre los pobres. Todavía hoy a muchos les cuesta identificar al Dios en el cual han puesto sus esperanzas con éste que nace humildemente en un pesebre porque no hay otro sitio para sus padres.Esta solidaridad de Dios con los que sufren, con quienes viven marginados, nos interpela y desafía. Entre nosotros también existen muchos hermanos que no tienen lugar. Ni en fábricas u oficinas, ni en hospitales para curarse y muchos niños vagan por nuestras calles sin que nadie se fije en ellos, ni siquiera no tienen lugar en las escuelas.
¿Qué significa que Jesús nazca entre los pobres? ¿Cómo hacer de su mensaje una gran alegría para todo el pueblo? ¿Qué hacer para que el cristianismo recupere su sentido liberador y promotor de una vida más digna?
Jesús nace pobre. Ellos son los primeros en reconocerlo a través de una señal que todavía hoy puede servirnos. Seguramente en nuestro tiempo no hay pesebres o por lo menos no son tan comunes, lo importante es descubrir que Jesús sigue naciendo entre los humildes.
Al margen de los grandes acontecimientos. Quizás en una villa o en un hospital o en un hogar de ancianos o un instituto de menores... Nos hace falta descubrirlo y ponernos a su servicio. Hacernos pobres con ellos, mantenernos en vigilia atenta, aprender a discernir los anuncios que Dios nos hace a diario. Solo desde un compromiso de vida y acción por los demás podremos hacer del Evangelio una gran noticia de esperanza y alegría para todos.
Es preciso cambiar el corazón, descubrir dónde está Dios y, simplemente, practicar el Amor. Como María.
María,
Tú nos enseñas
que Jesús nace hoy
también entre los pobres.
Tu presencia viva
entre los que sufren
nos estimula a dar la vida
por Jesús y nuestro pueblo.
Enséñanos a sufrir con los que sufren
y a esperar con los que esperan,
y a trabajar firmemente
por hacer de nuestro mundo
un sitio donde haya
lugar para todos,
para vivir dignamente
todos y no unos pocos.
Fuente: "María, su camino y el nuestro"- Ediciones Paulinas- (22 al 27)
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