LA ESPIRITUALIDAD DE:
SAN JUAN DE LA CRUZ
SAN JUAN DE LA CRUZ
Muy a menudo,
las experiencias espirituales e intuiciones
cuidadosamente admitidas y cultivadas,
producen satisfacción de sí y presunción,
más que humildad.
Comenzamos a pensar
que somos especialmente agraciados por Dios,
y llegamos a deleitarnos de nosotros mismos
y de nuestros bienes espirituales.
Como el fariseo del Evangelio,
comenzamos a agradecer a Dios,
porque no somos las demás personas.
Pensamos que no sólo el hecho
de que disfrutamos hermosas imágenes,
y sentimientos suaves y devotos de Dios,
significa que estamos muy cerca de él,
sino que quienes no gozan de estas experiencias
están lejos de él.
Antes que nada,
debemos comprender que nuestra cercanía a Dios
no se mide por las percepciones de nuestra imaginación,
ni por cualquier otra experiencia "espiritual";
sino por nuestra gran humildad,
desprecio propio y de todas nuestras cosas,
y por gustar de que los demás sientan de nosotros
aquello mismo,
no queriendo valer nada en el corazón ajeno.
En nuestra subida,
ninguna de nuestras experiencias,
pensamientos, sentimientos del cielo, etc.
puede compararse
con el menor acto de humildad,
del que no se busca a sí mismo
sino el bien de los demás.
<<CAMINA HUMILDEMENTE>>
Fuente: "No temas a la noche" - Jhon Kirvan - Ediciones San Pablo - Bs. As. (185)



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