domingo, 7 de octubre de 2012

LA AUTORREVELACIÓN NOS SALVA DE LA TIRANÍA DE LA PERFECCIÓN.


GRADOS  CINCO  Y  SEIS:

L I B E R T A D

El quinto grado de humildad benedictino requiere que noocultemos a nuestro guía espiritual >>todos los malos pensamientos que llegan a nuestro corazón ni las malas acciones cometidas en secreto>>. La norma se las trae... El quinto peldaño de la escala de la humildad, en otras palabras, es bien sencillo y desarmante: es la autorrevelación, el fin del fingiemiento. Es el pináculo de la liberación, el alivio y la verdadera rectitud. La autorrevelación es justamente lo que nos salva de la tiranía de la perfección. Y es esencial para el crecimiento humano.
Es una carga terrible tener que ser perfecto, tener estar en lo cierto cuando se teme no estarlo, no equivocarse nunca cuando,  en lo más profundo de uno mismo, se sabe que se está equivocado. Y cargar con el secreto de las propias necesidades y la culpa personal es un peso aún peor, que nos consume por el miedo a ser descubiertos. Así desarrollamos la terrible necesidad de controlar a los demás.  Después de todo, lo que no podemos aceptar en nosotros, nunca podremos tolerarlo en los otros.

 El quinto grado de humildad nos dice que, si queremos crecer, son imperativas la autorrevelación y la interacción con los demás. Los psicólogos nos dicen que las luchas que ocultamos son las luchas que consumen nuestras energías y nos amargan la psique.
La regla benedictina, siglos antes que se viera confirmado por una profunda investigación, dice que debemos dejar de llevar máscara y de pretender ser perfectos. Debemos, sencillamente, aceptar las gracias del crecimiento que pueden llegarnos de los corazones sabios y cariñosos que nos rodean. Debemos admitir nuestras debilidades y limitaciones.


Fuente: "Doce pasos hacia la libertad interior" - Joan Chittister (45-46)

(almas_peq)

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