miércoles, 26 de diciembre de 2012

DETENERME EN MI VERDAD.


Las formas de meditación provenientes del budismo o del hinduismo a veces nos parecen -en el Occidente intelectualizado- carentes de contenido. Pero hay que reconocer que muchas veces la meditación cristiana se reduce a una reflexión sobre determinadas verdades o a una especie de examen de conciencia.
De este modo, la meditación se queda en la superficie de la mente y no se produce un verdadero encuentro con uno mismo y menos con Dios. La persona que vive distraída, haciendo o consumiendo cosas, posiblemente siga distraída en la meditación, escapando de sí misma en medio de reflexiones doctrinales, espirituales o morales. Toda esa cáscara le permite escapar de su dolor más profundo, del grito interior, de la desarmonía del corazón, de su propia verdad.
En las tradiciones cristiana de Oriente, la oración del nombre de Jesús o la contemplación de los íconos, por ejemplo, son reflejo de esta saludable tendencia.
En el ámbito no cristiano podemos decir que la contemplación apunta a tomar clara conciencia de sí mismo y del yo real, con sus dolores y deseos. Permite enfrentarse a sí mismo sin mentiras.Cuando una persona deja atrás la distracción y acepta su verdad, es posible que escuche en su interior la voz silente de Dios.
El propio dolor interno, debe ser enfrentado, hemos de detenernos ante ese dolor para que pierda poder en nuestros corazones. De lo contrario, escapando de nosotros mismos, sólo aumenta el aislamiento, porque presentamos a los demás sólo una máscara.^Para salir del aislamiento y ofrecer a los demás algo real, es necesaria la soledad:


<<No sólo enterramos nuestros muertos como si todavía estuviesen vivos, sino que enterramos también nuestras penas como si en realidad no existiesen. Nos hemos acostumbrado tanto a ese estado de anestesia, que nos da pánico cuando no hay nada ni nadie para distraernos. Si no tenemos un proyecto que concluir, un amigo al que visitar, un libro que leer, la televisión para ver o un disco que escuchar, o si nos encontramos completamente solos con nosotros mismos, nos acercamos tanto a la revelación de la soledad que está en la base de la condición humana y tememos tanto experimentar ese sentido de aislamiento que todo lo invade, que hacemos cualquier cosa para volver a estar ocupados, continuando el juego de hacer creer que, después de todo, todo marcha bien... Buscando distraernos con personas y experiencias especiales no tratamos de modo realista nuestra condición humana. Corremos el riesgo de llegar a ser personas infelices, presas de muchos apetitos insatisfechos, torturadas por deseos y expectativas que no podrán realizarse nunca.>> (H.J.M.Nouwen, Abriéndonos, Bs. As. 1994, 22-23)



Fuente: "Claves para vivir en plenitud." Edic. Paulinas.

(almas_peq)

No hay comentarios:

Publicar un comentario