jueves, 21 de febrero de 2013

DIARIO INTIMO.


A 28 DE ABRIL DE 1852. (LANCY). Languideces primaverales, ¡ya estáis de vuelta, ya volvéis a visitarme después de una larga ausencia! En esta mañana, la poesía, el canto de los pájaros, los rayos tranquilos de la luz,. el aire de los campos verdegueantes, todo me llega al corazón. En este instante todo calla... ¡Oh silencio! Asustas, como la calma del océano que deja penetrar las miradas en sus abismos insondables; tú dejas que veamos dentro de nosotros profundidades que causan vértigo, necesidades inextinguibles, tesoros de sufrimiento y de pesar. Cuando llegan las tempestades, agitan, al menos la superficie de las ondas, que tienen terribles secretos; y cuando las pasiones soplan levantando las olas del alma, velan los abismos sin fondo. A todos nosotros, hechos de arcilla, hijos del tiempo, la eternidad nos inspira una involuntaria angustia, y el infinito un misterioso espanto. Nos parece que entramos en el reino de la muerte. ¡Pobre corazón! Quieres la vida, quieres el amor y las ilusiones... Bien mirado, tienes  razón porque la vida es sagrada.(Lancy: Aldea cercana a Ginebra) 

 En esos momentos del diálogo con el infinito, ¡ qué aspecto tan diferente toma la vida! ¡Cuán pueril, frívolo y vano se torna entonces todo lo que nos ocupa, preocupa y apasiona de ordinario! Aparecemos a nuestros ojos como títeres que tomando a lo serio una pieza fantástica, hacen de las burlas cosas de gran valor. ¡Cómo se transforma entonces todo, y cuán distinto parece! Berkeley y Fichete tienen razón, lo mismo que Emerson. El mundo es tan sólo un fuego artificial, una fantamasgoría sublime, destinada a alegrar el alma y a formarla. La conciencia es un universo, y su sol es el amor... 


Fuente: "Diario Íntimo "- Enrique Federico Amiel - (29)

(almas_peq)

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