sábado, 13 de abril de 2013

LA PÁGINA DE DON TOMÁS.



CONFIAR ES SABER ESPERAR .



Hoy me viene al pensamiento una de las ideas que más necesitamos poner en práctica  cada día.
Somos capaces de admitir que Dios es nuestro Padre, que nos ha dicho aquello de "pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá".Pero en la práctica pronto caemos en la tentación de poner en duda estas promesas del Señor: pido una gracia especial y si no me la concede en breve tiempo mis dudas crecen. Me canso en seguida de esperar y me asaltan al pensamiento las ideas de que Dios no querrá concedérmelo, de que son otros los planes que tiene sobre mi situación, etc. Y muchas veces la realidad es que el Señor quiere probar mi confianza en Él.
Ciertamente que nos ha prometido que escuchará nuestras plegarias pero no nos ha dicho cuándo las va a conceder. El tiempo en la eternidad de Dios no existe y por lo tanto no tiene prisas; y quiere probarnos, para que sepamos nosotros hasta dónde llega la verdad de nuestra confianza en Él.
Miremos el ejemplo de lo que hizo con Abraham, el llamado padre de los creyentes. Leamos el libro del Génesis, capítulo 15 y siguiente.

ABRAHAM

El Señor Dios hizo una alianza con Abraham, que no tenía descendencia y era ya anciano, de 99  años y su mujer estéril era de 90: será padre de una multitud de pueblos. Al año siguiente Sara su mujer concibió a un niño: Isaac.
Este era el heredero de la promesa de Dios a Abraham. Pero de nuevo quiso probar la confianza de Abraham y le ordenó sacrificar a su hijo Isaac. Podía pensar: aquí se acabó la promesa y siendo obediente al Señor, se puso a cumplir lo que el Señor le ordenaba. En el último momento Dios detuvo la mano para que no sacrificara a Isaac.
Tenía 40 años, cuando Isaac, casado con Rebeca, que también era estéril tuviera dos hijos gemelos: Esaú y Jacob, de los que salieron dos pueblos numerosos y se cumplió la promesa.



Las prisas del tiempo, que en nosotros es breve, es la trampa en la que caemos y admitimos la duda. Dios es eterno y por lo tanto el tiempo no cuenta en Él. Nosotros hemos de cambiar la forma de pensar en la limitación del tiempo y dejar que las cosas las haga Dios cuando quiera. Pero para esto hay que tener una confianza viva, que no se tambalee  por los vientos pasajeros de los tiempos
Dios cumple siempre su promesa , no quieras marcarle el momento... Y di siempre ¡Hágase su voluntad, cuando y como quiera!
Te aseguro que tendrás más paz en tu interior y no te equivocarás.
Un abrazo de tu amigo:

Tomás Sanz.



Fuente: "Revista Ecos del Mensaje" - Lap España -  Abril-Mayo-Junio /2012 -

(almas_peq)

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