lunes, 12 de agosto de 2013

Rv: [misadiaria] NO HAY QUE JUZGAR, ¿Quién eres para juzgar al prójimo? (Santiago 4,11)

LAP  Argentina
2013 -2014
Año de la Fe    

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De: Pedro Sergio Donoso Brant-Caminando-con-Jesus <pdonosobrant@gmail.com>
Para: misadiaria@egrupos.net; caminando-con-jesus@egrupos.net; montecarmelo@egrupos.net
Enviado: lunes, 12 de agosto de 2013 10:57
Asunto: [misadiaria] NO HAY QUE JUZGAR, ¿Quién eres para juzgar al prójimo? (Santiago 4,11)

NO HAY QUE JUZGAR
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NO HAY QUE JUZGAR A NADIE
¿Quién eres para juzgar al prójimo? (Santiago 4,11)
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


Dice el Señor: ¿Cómo es que miras la paja que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, deja que saque la paja que hay en tu ojo", no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la paja que hay en el ojo de tu hermano. (Lucas 6, 41-42)
Duras palabras del Señor, no obstante, son muy ciertas, por lo general nos parecen grandes o monumentales las faltas de otros en comparación a las nuestras. En ese minuto debemos recordar cuando el Señor nos dice, que en lugar de mirar la paja en el ojo ajeno, veamos la viga que hay en el nuestro.  
Nuestro egoísmo nos hace ver las faltas de nuestro prójimo con gran facilidad, aumentamos las de ellos y despreciamos la nuestras. Todo esto hace necesario un examen de conciencia, tal vez así, podríamos darnos cuenta del dolor que nosotros mismos provocamos a quienes están en nuestros comentarios, y por supuesto, darnos cuenta que con esta actitud, le estamos fallando al Señor, porque no nos estamos amando como se nos está mandado.   
Aquí, he preparado algunas reflexiones, inspiradas desde la lectura de los Padres de la Iglesia, por las cuales pienso el por qué no hay que juzgar  a nadie. 
1.   Si entra un hermano a la Iglesia, porque ha pecado y desea tener un dialogo con Dios, y por ser un pecador, un sacerdote le manda salir del templo, yo también salgo con él, porque soy otro pecador. "No he venido a llamar a justos, sino a pecadores".  (Marcos  217)
2.   Unos hombres se creían muy justos, y estaban convencidos que no tenían necesidad de conversión, entonces expulsaron de su grupo a uno porque escucharon algo malo de él, entonces este se fue un tiempo lejos y al desierto, paso hambre y frio, pero estuvo a solas con Dios y decidió regresar, cuando lo vieron llegar sus hermanos, lo volvieron a expulsar, pero el hombre miro al cielo, sonrió y se retiró feliz. "Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por 99 justos que no tengan necesidad de conversión". (Lucas 15,7)
3.   Si ves cometer una falta a un hermano, que no se te ocurra juzgarlo antes de que lo haya hecho Dios. . "Cuidaos de vosotros mismos. Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale".  (Lucas 17,3)
4.   Hay personas que llevan sus faltas y pecados dentro de su mochila cargada a la espalda, y muchas veces llevan la mochila con un abertura, entonces no se dan cuenta como sus pecados se caen detrás de él y nos lo ven, pero si tienen ojo para ver los de los demás. "Vosotros sois los que os la dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones"  (Lucas 16,15)
5.   Pregunta un fraile joven a uno anciano, ¿Cómo debo ser para ser un buen sacerdote e imitar a Cristo?, y le responde, si quieres ser un buen sacerdote y vivir en la paz del Señor, aprende primero a decir ante cualquier cosa, ¿Quién soy yo para juzgar?". Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. (Juan 3,17)
6.   Otro fraile joven le preguntó también al anciano: Si veo una falta de un hermano, ¿es bueno ocultarla? Y le dijo el anciano: Cada vez que tapamos el pecado de nuestro hermano, Dios tapa también el nuestro. Y cada vez que denunciamos las faltas de los hermanos, Dios hace lo mismo con las nuestras. . "Pero ¿quién se da cuenta de sus errores? De las faltas ocultas límpiame.  (Salmos 19,13). Al que encubre sus faltas, no le saldrá bien; el que las confiesa y abandona, obtendrá piedad. (Proverbios 28,13)
7.   Otro fraile joven le preguntó también al anciano: "¿Qué debo hacer, pues cuando estoy solo en mi habitación, siento que me falta valor y me entra el miedo de enfrentar a mis hermanos? Y el anciano le dijo: No desprecies ni condenes a nadie y Dios te dará la paz, y tu vida en tu habitación y en todas partes será tranquila. "Al juzgar, tengamos en cuenta tu bondad (Señor) y, al ser juzgados, esperemos tu misericordia. (Sabiduría 12,22)
8.   Un día un superior reunió a su comunidad para tratar el caso de un hermano que había cometido una falta. En medio de ellos, había uno más anciano, se levantó, salió, tomó un saco, lo llenó de arena y se lo echó a la espalda. Luego tomo un cesto y puso un poco de arena y se incorporó a la reunión. Entonces le pregunto toda la comunidad que significaba eso y el anciano le dijo: He puesto mis pecados en un saco y los llevo atrás para no verlos ni sufrir por ellos, luego he puesto los pecados de mi hermano en un cesto abierto, para mirarlos junto a ustedes, ¿no es eso lo que estamos haciendo? Como todos guardaron silencio dijo luego, pensando lo que el Señor me ha enseñado, debería poner mis pecados en un cesto delante de mí, para pensar en ellos y pedirle a Dios que me los perdone. Entonces los demás repitieron, si queremos salvarnos, hagamos lo que hace este anciano. "por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad".  (Mateo 23,28)
9.   Un buen hombre fue a rezar y dar la comunión a un hombre que estaba enfermo. Vino visitarlo después un sacerdote y le habló mal de aquel hombre que había venido a rezar y darle la comunión. El enfermo, se escandalizó y cuando, según costumbre, vino luego el buen hombre a rezar y darle la comunión, no le quiso recibir. Al ver esto el hombre hizo una oración en la puerta de su casa y se retiró. Tiempo de pues, de regreso del hospital, el enfermo paso por un templo y oró para dar gracias a Dios, entonces en oración, oyó una voz que le decía: "Le he enseñado a los hombres a perdonar a sus hermanos, pero veo que ellos se han ocupado de mi facultad de juzgar". Luego se fue a cierto lugar a pedir un vaso con agua, porque se sentía muy fatigado y resultó que quien le pasaba el agua, era un hombre que había sido leproso, y a pesar de la urgencia de beber, el hombre no se atrevía a recibir el agua y con temor se persignó, y en medio de la señal de la cruz, oyó una voz que le decía; "¿Por qué no bebes de ese agua? ¿Qué importa que el hombre haya sufrido de lepra? El solamente llena el vaso y te lo da con cariño", entonces cuando llego a casa, llamo al hombre bueno, le rogo que viniera a rezar con él y le trajera la comunión. "Antes de hablar infórmate….Antes de juzgar examínate a ti mismo, y en el día de la visita encontrarás perdón." (Eclesiástico 18,20)
10. Me relataron sobre dos frailes que llevaban en el monasterio una vida ejemplar y cada uno de ellos se había ganado el cariño de los fieles que le conocían y los observaban durante la celebración de la Misa. En el mismo convento, habían otros frailes que tenían una vida mundana y no eran muy queridos por los fieles, porque una de sus costumbres era no dar la cara de frente a los devotos y a todos miraban con desconfianza. Entonces uno de los frailes ejemplares salió a la calle con uno de los frailes de vida mundana y al volver, el otro fraile que era igual que él le dijo: "¿Que has hecho, hermano, que no veo en ti la gracia de Dios como la veía antes?" El otro respondió: "No tengo conciencia de haber hecho ninguna acción ni de ningún pensamiento culpable, ¿por qué?". El otro insistió: ¿Tampoco has dicho nada malo o has sido solidario con algo incorrecto?" Y acordándose, el compañero le respondió: "Si, ayer salí con mis otros hermanos, y ellos hablaron mal de ti y de otro del cual sienten envidia por el aprecio que le tienen los demás". Y ese es mi gran pecado, no solo no te defendí y no defendí a mi otro hermano, además guarde silencio y puse cara de aprobación. Entonces, su buen compañero le dijo; Hagamos penitencia los dos juntos y pidamos a Dios que nos perdone-, lo hicieron así y de nuevo la gracia de Dios volvía a su hermano, entonces unido en oración, dieron gracias a Dios que es bueno. "Dé Dios sabiduría a vuestro corazón para juzgar a su hermanos (cuando se necesario) y con justicia"  (Eclesiástico 45,26)
"Busquen al Señor mientras se deja encontrar, llámenle mientras está cercano. Deje el malo su camino, el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Señor, que tendrá compasión de él, a nuestro Dios, que será grande en perdonar" (Isaías 55,7-8)
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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Agosto 2013
 
 
 
 

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