YO ENSEÑO EL CAMINO DEL CIELO A TODO HOMBRE DE BUENA VOLUNTAD. QUE NO TEMA SEGUIRME. LA RECOMPENSA SE HALLA AL FINAL. NADIE ESCAPA A SU DESTINO (Mensaje del Amor Misericordioso (1966)
martes, 19 de abril de 2011
LA ALEGRÍA EN EL DOLOR
Es fácil sonreír si nuestro corazón no ha sido invadido por el dolor. Sin embargo, si es así, toda sonrisa se hiela en nuestros labios, y el estómago se contrae en un espasmo. Los días se vuelven penosos, y las noches insomnes.
La Reina de la Paz en su mensaje nos enseña cómo asumir exitosamente cualquier dolor existencial nuestro. Ella vivió en esta tierra y sabe que esta vida llega a ser a veces penosa. Lo experimentó de la peor forma cuando clavaron en la Cruz a Su Hijo Jesucristo como el peor de los ladrones. Sin embargo Ella sabía que El era inocente y eso clarificó su corazón. Se dio cuenta que ningún dolor no puede destruir al hombre. Pues sólo afectarlo, dado que se halla en esta tierra, pero nada más. El dolor es en realidad nuestro camino hacia el gozo, la iluminación que nos dice exactamente cómo es la vida, las personas y las cosas que nos rodean.
Si aceptamos esta sabiduría, el dolor nos purificará en aquel momento en que somos culpables de él por nuestra desatención. Nos daremos cuenta de lo que deberemos hacer en el futuro y cobraremos fuerzas para nunca más cometer algo similar.
Nuestras alegrías, tristezas, y el más pequeño dolor los podemos regalar a quien sea. Quizás simplemente no sabría qué hacer con ellos. Lo mejor sería darlos a aquél en el cual tenemos una gran confianza. Para nosotros los cristianos, ¿quién puede serlo si no lo es nuestra madre María? Somos conscientes de eso especialmente durante el tiempo de la Cuaresma. Lo que le hemos dado a Ella no será despreciado, sino que será ofrecido a Su Hijo, a nuestro Creador. La tierna mano de Dios descenderá sobre nuestra frente cansada y nos sentiremos aliviados.*
Fr. Milijenko Stojic
(Ecos del Mensaje - Lap Argentina)
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