martes, 19 de abril de 2011

¡Qué hermosura!


La Alegría del dolor - Parte  II 


La Resurrección de Jesús liberó todo dolor de su parte oscura. Además de los valores religiosos y espirituales transmitidos por la Resurrección, nos ha mostrado que el premio para un dolor soportado correctamente es el gozo. Después de los densos nubarrones, sale el acariaciador sol caliente ¡Qué hermosura! Es una pena no abrirle el corazón y recibirlo entre nuestros brazos como algo excepcionalmente valioso.
Cada vez que nuestro ser se sume en la oración, emerge tal hermosura. Entonces, Dios está con nosotros y nos muestra el camino.
Puede suceder cualquier cosa en la vida y nosotros nos sentiremos satisfechos. Sabemos que no existe tal dolor que pueda superar la belleza del momento del encuentro con Dios. Lo más importante es que ese momento se hace más profundo a medida que le rezamos más a nuestro Dios.
Admiramos la inconmensurabilidad del Dios en el que nos sumergimos y todas nuestras heridas, que por cualquier razón hemos recibido a lo largo del camino, simplemente desaparecen. Por eso nos conviene llegar a ser amigos y colaboradores de Jesús en esta tierra.
Es entonces cuando, como en la infancia, se abre ante nuestros ojos un mundo grande e interesante en el que deseamos vivir.*




                                                   Fray Milijenko Stojic        

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