viernes, 20 de mayo de 2011

PATERNIDAD Y MATERNIDAD DIVINA EN NOSOTROS


DEL PADRE TOMISLAV  VLASIC
El título de esta reflexión hace pensar enseguida en un aspecto del matrimonio o en su separación. Sin embargo, el tema no se agota aquí, porque el matrimonio no es la única condición para ser padres y madres.
Pensemos, en cambio, en la paternidad y la maternidad divina en el hombre, desde su concepción. Pensemos en la paternidad y en la maternidad en los jóvenes que tienen que reflexionar sobre su propio camino: si iniciar una vida consagrada o matrimonial. Vemos entonces que desde esta perspectiva la paternidad y la maternidad divina comprende también a los sacerdotes y consagrados, según el modelo de María y José, que no generaron en la carne, pero fueron padre y madre en modo perfecto. Pensemos en la creatividad de Dios presente en cada alma, una potencia que quiere manifestarse , liberarse y encontrar en nosotros un espacio libre para expresarse.
La naturaleza de cada ser es generar. Si no genera queda frustrado.
Un Cristiano que no genera la vida de Dios está incompleto... La espiritualidad que no genera Dios no es adecuada... La apertura al don de la paternidad y maternidad divina es, pues la disponibilidad para generar la vida de Dios en los demás.
En esta perspectiva nos encontramos frente a dos  elecciones: generar la vida o generar la muerte.
Quien genera la vida debe estar necesariamente unido a Dios y entrar en armonía con Él., porque Dios es la fuente de la vida, es nuestra vida, la vida que debe ser generada en nosotros. Satanás, por el contrario, genera la muerte, cualquier tipo de muerte espiritual.


¿Qué quiere decir generar la vida?
Significa hacer que la vida de Dios fluya como un río, como cuenta San Juan al final del libro del Apocalipsis. En su visión, el apóstol veía cómo del templo de Dios -la nueva Jerusalén- brotaba la vida (simbolizada precisamente en un río que no ahogaba la vida presente en el mundo, sino que la sanaba y la purificaba.
Para vivir adecuadamente la paternidad y la maternidad divina en nosotros, es fundamental que nuestra vida genere la gracia de Dios y la irradie. A través de nosotros fluyen continuamente pensamientos y deseos, a nivel consciente e inconsciente. Si nos unimos a Dios actúa sobre todo el ambiente, incluso la naturaleza siente llegar la gracia.
Nos sirven como modelo María y José: allá donde dos personas dejan de lado sus propios programas y deseos, Jesucristo se encarna en ellos. Eso ocurre en cada uno de nosotros: si nos abrimos de modo incondicional a Dios, sin permitir que nuestro yo ejerza ningún dominio, somos atravesados por el río de gracia que viene del cielo.(fragmento)





(almas_peq)

















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