miércoles, 11 de mayo de 2011

Rv: [pequenas_almas] #324# Las Mejores Dádivas



LAP Argentina
2011- Año de la Vida
        



De: Paulo Barbosa <tprobert@terra.com.br>
Asunto: [pequenas_almas] #324# Las Mejores Dádivas
Para: pequenas_almas@gruposyahoo.com
Fecha: martes, 10 de mayo de 2011, 22:31


 
Para reflexionar...(11/05/11)
Las Mejores Dádivas

"Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto,
del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra
de variación" (Santiago 1:17).

F. B. Meyer una vez dijo: "Solía pensar que las dádivas de
Dios estaban colocadas en anaquelería, una arriba de la
otra, y que, a la medida que íbamos creciendo en el carácter
cristiano, más fácilmente las alcanzaríamos. Yo ahora creo
que las dádivas de Dios están en anaquelería, una debajo la
otra. No es una cuestión de crecer para cima, pero de
inclinar para bajo. Hemos de descender, siempre para bajo,
para alcanzar las mejores dádivas."

El mundo nos induce a buscar siempre el lugar más alto en
todas las situaciones. Hemos de tener la mejor casa, el
coche más caro, lo empleo que dé el mayor salario, el lugar
más elevado en la escala social. Solo así seremos admirados,
solo así seremos reconocidos, solo así seremos felices. Por
lo menos, es lo que hallamos.

En la vida espiritual, con nuestro Señor Jesus Cristo, la
caminata para el éxito es diferente. "Los últimos serán los
primeros", "quien quiera ser el mayor, debe si humillar y
servir", "cada un considere el otro superior a sí mismo"...

Si seguimos la escalada del mundo, podremos alcanzar el
punto más alto en nuestros propósitos, pero, no hay garantía
alguna de dicha. Si seguimos el trayecto enseñado por Dios,
es posible que ningún holofote sea encendido sobre nosotros,
mas, tendremos como compañera constante, a tan soñada
felicidad.

¿De qué nos servirían las grandes dádivas del mundo? ¿Para
un momento pasajero de orgullo y vanidad? Las cosas de la
tierra se quedarán en la tierra y de nada servirán en la
eternidad.

Las dádivas celestiales, por menores que puedan parecer, no
apenas llenarán de regocijo nuestros corazones como nos
acompañarán para todo lo siempre. Ésas son las dádivas que
yo quiero tener y, tengo plena convicción, por menores que
sean, son mayores de lo que todas las que el mundo ofrece.

¿Y usted, qué dádivas está buscando?

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