martes, 2 de agosto de 2011

La fuerza de la Bendición.


La palabra hebrea beraka, bendición deriva del verbo barak que tiene significados diversos, sobretodo significa bendecir y alabar, raramente arrodillarse, a veces, en cambio, simplemente saludar a alguien.
En general el concepto de la bendición enb el Antiguo Testamento significaba dotar a alguien con el bien del poder, del éxito, de la prosperidad, de la fecundidad y una larga vida. Por tanto, bendiciendo, se invocaba abundancia y eficacia de vida sobre alguien; podía ocurrir también lo contrario, como a Mikal la hija de Saúl, quien tras despreciar la bendición de David que bendecía a su familia, quedó estéril (2Sam 6:2)
Dado que es siempre Dios el que dispone la abundancia de la vida y que es Él el que la da
bendecir en el Antiguo Testamento significaba sobre todo invocar la presencia de Dios sobre alguien, como se lo indicó Moisés a Aarón; esta bendición aun hoy es utilizada en la Iglesia de esta manera: Bendeciréis así a los hijos de Israel; les diréis: "Que el Eterno te bendiga y te guarde, resplandezca su rostro sobre ti y te de la paz". "Así pondrán mi nombre a los hijos de Israel y yo los bendeciré" (Num 6,23-27). Por esto es sólo en su nombre que se bendice.


Dios es la única fuente de bendición (Gen 12; Él es la fuente de la abundancia de vida que brota de los dos atributos por los que Dios era bendecido en el Antiguo Testamento, que son su misericordia y la fidelidad.




La fidelidad a una promesa establecida desde la alianza que él hizo con el pueblo elegido (Deut 7,12). La alianza, de hecho, es el concepto clave para comprender la bendición (Ez 34, 25-26) ya que el juramento que se hizo, tanto por parte de Dios como por parte del hombre, tiene consecuencias; a la obediencia se añade la bendición de Dios al hombre, y la maldición en caso contrario.
Estos dos son la vida y la muerte: "Pongo hoy por testigos contra vosotros al Cielo y a la Tierra, te pongo delante vida o muerte , bendición o maldición. Escoge la vida, para que vivas, tú y tu descendencia, amando a Yahve tu Dios, escuchando su voz, viviendo unido a Él; pues en eso está tu vida, así como la prolongación de tus días mientras habites en la tierra que Yahve juró dar a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. (Deut 30,29-20)
Y es con esta luz que se nos presenta también la nueva promesa, el Nuevo testamento.Jesús mismo, que es la manifestación de la antigua promesa, establece la nueva alianza y su Cruz es el nuevo árbol de la vida en el que que destruída la maldición de la muerte y se nos da la bendición de la vida. Es justamente vivir en la Eternidad.




Nuestra respuesta a esta bendición consiste en bendecir a Dios. Precisamente, además de recibir favores y ser bendecido, bendecir era también una manera de reconocer y expresar gratitud a la persona que daba los bienes. Por esto, bendecir a Dios es una actitud clave hacia Él, el baluarte de nuestro culto. Y es precisamente con esas palabras que comienza la liturgia eucarística cuando dice:Bendito seas Señor. Continúa luego con la relación de las bendiciones de Dios comenzando por la creación, recorriendo las diversas etapas de la historia de la salvación que tienen su culminación en la Institución de la Eucaristía como signo de la nueva alianza.
La consagración de la Eucaristía está reservada al ministro del culto, a quien se le ha conferido un poder particular de consagrar como culminación del acto de bendecir.
En cualquier caso cada uno participa adhiriéndose a sí mismo y los propios bienes a Dios como un ofrecimiento personal y como una renuncia o utilizarlos para su satisfacción personal.
Ante este misterio inefable, dirijámonos a María, santificada con todas las bendiciones, bendita entre las mujeres (Lc 1,42), la primera de las criaturas que vivió las bienaventuranzas, para que podamos percibir su deseo de que estemos con ella en el cielo en la Eterna Bienaventuranza de la Santísima Trinidad.






                     Jelena Vasilj
                     Vidente de Medjugorje.


S.B.


                        

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