martes, 14 de febrero de 2012

"Basta que fijes en Él tu mirada".



13. PEDIR  PROTECCIÓN



"Cómo voy a dejarte,
cómo voy a abandonarte?"
(Os 11,8)

"Aunque caigan mil a tu izquierda, 
y diez mil a tu derecha, a ti no te alcanzarán.
 Basta que fijes en Él tu mirada".
(Sal 91, 7-8)

Muchas veces no podemos ser alegres y no sabemos disfrutar de la vida cada día porque tenemos muchos miedos: el temor a la enfermedad, al desgaste, al futuro, a la soledad, al fracaso, a perder lo que tenemos.
Con esos temores es imposible vivir alegres. Por eso, para recuperar la alegría perdida, hay que hacer un camino que nos sane de todos esos miedos inútiles.
La realidad es que en este mundo todo, todo se termina. Por eso es necesario pedir al Señor el desprendimiento, la capacidad de disfrutar de las cosas aceptando que se acaben.
Esa libertad interior es la fuente de una preciosa alegría, pero los apegos son el origen de las más profundas tristezas: el apego a personas, a cosas, a proyectos, a seguridades que nos hemos inventado.



Pero si ponemos la mirada en el Señor y confiamos de verdad en su poder y en su amor, no tenemos nada que temer.
Es mejor contarle a él lo que nos preocupa y dejarlo en sus manos para que termine como sea mejor para nosotros.
Así, todo lo que nos suceda será para nuestro bien, podremos enfrentar con éxito cualquier dificultad y de todo lo que nos suceda brotarán bendiciones y nuevas esperanzas.


O R A C I Ó N

*- Señor, quiero creer en tus promesas,
quisiera confiar más en tu poder y en tu
amor para que toda mi vida esté
*-realmente en tus manos. Regálame,
Señor, el don de la confianza. Así todo 
*-lo que me suceda será para mi bien y para
el bien de los demás. No permitas que
nadie me dañe por envidias o celos.
*-No permitas que alguien me perjudique
con murmuraciones y malos proyectos.

*- Tómame en tus brazos para que no
me llene de temores inútiles. Quiero
*-conocer la alegría de la libertad
interior, el gozo de darte a ti el control
*-de mi existencia.

*-Pero también quiero elevar mis ojos
hacia ti y dejar en tus brazos a todos mis
*-seres queridos. Protégelos, Señor, te los
 confío, te los entrego para que todo lo
*-que les suceda tenga un buen fin. Dáles
también a ellos la fuerza de tu amor.
Amén.* 


"Cómo empezar Un Buen Día" - Víctor Manuel Fernández- Edic. Paulinas - (55 al 58)

S.B.

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