miércoles, 15 de febrero de 2012

SENTIRSE AGREDIDOS.





A veces nos sentimos agredidos, simplemente porque alguien se cruza en nuestro camino; pero probablemente él no tenga ninguna intención de agredirnos. 
A mí me sucedía lo siguiente: Cuando salía a pasear por un camino de tierra, en la periferia de la ciudad, me sentía liberado, sereno, feliz. Pero a veces pasaba un camión que no sólo me perturbaba con su ruido y su presencia inmensa de metal, sino que me envolvía en una tremenda nube de polvo. Cada vez que paseaba por ese hermoso camino y sentía el ruido de un camión, sentía  una molestia en el estómago y se acababa mi sensación de paz.
Por mi mente perturbada se cruzaba la macabra idea de que el camionero era mi enemigo, de que todos los camioneros se habían puesto de acuerdo para pasar por allí y arruinar mi paseo. Es una tontería, pero así funciona muchas veces nuestra psicología cuando nos dejamos dominar por ciertos esquemas mentales.
Durante un tiempo pensé buscar otro lugar para pasear, pero supuse que, si lo hacía, seguramente mi neurosis encontraría algún otro enemigo. Porque advertí también que algunos días mi mente tenía más amplitud y mi corazón era más compasivo. Esos días, los camiones y el polvo me molestaban menos.
Finalmente acepté interiormente que nuestros problemas no son las circunstancias que no podemos cambiar sino la manera como las afrontamos.
Concluí que el camionero tiene tanto derecho como yo a pasar por ese lugar público, además de ser necesario y bueno que así sea. Con el tiempo , los camiones y yo nos reconciliamos.
Frente a diversas situaciones que antes me molestaban, finalmente descubrí que lo mejor era aceptar las situaciones, como dejándome llevar y esperar serenamente que esos momentos pasaran, poniéndome en manos de Dios y aceptando la realidad que me tocaba vivir. 



"Claves para vivir en plenitud"- Victor M.Fernández - Edic. Paulinas (85 al 88)




(almas_peq)

No hay comentarios:

Publicar un comentario