lunes, 6 de febrero de 2012

CUANTO MÁS GRANDE SE CREE, MÁS SE ALEJA DEL PADRE...


Somos un gusanito frágil que a veces se engaña creyéndose poderoso, y cuanto más grande se cree, más se aleja del Padre, más se destruye a sí mismo, más se enferma, más se degrada, más miedos tiene, más considera a los demás como peligrosos.
Pero cuando ese gusanito se deja sostener por la misericordia del Padre, entonces se hace fuerte por dentro, y su debilidad alberga un tesoro sin medida: <<Gusanillo de Jacob, yo vengo en tu ayuda>> (Is. 41,14).
El día en que logremos vencer nuestras resistencias ante Dios, nos entreguemos , renunciemos a nuestros rechazos y nos confiemos en los brazos del Padre, alcanzaremos la paz que tanto buscamos; todo será mucho más sereno y fuerte, empezaremos a vivir el cielo en la tierra, aun en medio de problemas y preocupaciones.
Para ello hay que reconocer cómo el amor de Dios es fuente de vida, de gozo, de fiesta, de plenitud. Si leemos Sof 3,17, allí nos encontramos con una imagen llamativa de Dios, que salta y baila de alegría. Es un Dios que hace fiesta cuando vencemos nuestras resistencias y nos dejamos salvar por Él. Esto nos indica algo muy profundo: por un misterio que no alcanzamos a entender, el Dios perfectísimo, acto puro, ha querido necesitar de la criatura humana. De manera que la relación de amor es verdaderamente mutua. En la encarnación se ha hecho vulnerable y por un misterio que trasciende el tiempo y el espacio, el Jesús  que sufría por el abandono de los hombres se hace presente en nuestras vidas, es herido por amor a nosotros, halla consuelo y gozo cuando nos recupera.
Jesús exclama frente a la ciudad de Jerusalén: <<Jerusalén, Jerusalén, cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus polluelos debajo de las alas y no has querido>> (Mt 23, 37; cf Lc 19,41)


San Juan de la Cruz
San Juan de la Cruz, gran místico y doctor de la Iglesia, ha expresado este misterio en el Cántico espiritual, presentando a Jesús como un ciervo herido por tu amor, que te llama <<paloma>>, y que se goza cuando tu corazón se eleva de amor, cuando tu vida <<vuela>>. Porque cada vez que en tu vida hay un crecimiento, un avance, una maduración en el camino cristiano. Él es el ciervo herido y afiebrado, que se <<refresca>> con tu amor.


<<Vuélvete paloma,
porque el ciervo herido
por el valle se asoma,
y el aire de tu vuelo
fresco toma>>


"Claves para vivir en Plenitud" - Ediciones Paulinas - (181-182)


(almas_peq)

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