viernes, 16 de noviembre de 2012

Dios es la causa de todas las cosas


Dios es la causa de todas las cosas, de todas las experiencias.´´El está en todo y todas las cosas buenas son un reflejo de Dios. En toda experiencia agradable hay como un pequeño anticipo del cielo. Podemos aprender de San francisco de Asís, que sabía gozar de Dios en cada cosa.
Esta adoración, esta contemplación, es una santa evasión que uno puede realizar en medio de los problemas y que le permite sobrevivir en paz en medio de las cosas duras y tristes, y también en la rutina.
En momentos difíciles hay que encontrar un punto de partida para poder contemplar a Dios y así salir de nosotros mismos.
Hay momentos duros para nuestro orgullo, para nuestro corazón, momentos de cansancio o de tensión acumulada. Entonces es necesaria esta santa elevación del alma hacia Dios para no llenarse de amargura y que ésta se enferme.
Cuando la venenosa ansiedad nos amenaza, inmediatamente hay que detenerse ante algo, ante cualquier cosa: un paisaje, una canción, un perfume. Concentrarse sólo en una cosa, y con ese punto de partida elevarse a contemplar a Dios, aunque sea un instante. Que por un momento sólo Él sea el importante. Así puedo decir: <<Señor, me pasa esto, pero yo no soy el centro del universo infinito. Lo importante es que existes Tú, amor puro, perfección total, paz infinita, alegría y felicidad sin confines>>
Y así vuelven la calma y las ganas de seguir viviendo.


Fuente:"Claves para vivir en plenitud" - Edit. San Pablo (62-63)

(Almas_peq)

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