miércoles, 6 de febrero de 2013

EL SEÑOR ES CREADOR. Parte I



Al principio sólo existía El. No había ninguna otra cosa: ni materia, ni espacio, ni tiempo. El lo creó todo. Con libérrima decisión hizo aparecer el universo entero allí donde no había nada y sin valerse de nada.

¿Cómo sucedió esta maravilla? Poco importa. Basta saber que las cosas proceden de Dios como las aguas de su fuente.
Newton y Kepler descubrieron las leyes que regulan el orden admirable de los astros del cielo; Galileo Galilei inventó el termómetro; Franklin, el pararrayos; Samuel Morse, el telégrafo; Edicson, la luz eléctrica; Marconi, la radio. Pero ninguno de ellos creó nada, ni puso leyes a la naturaleza.
Sólo Dios tiene poder e inteligencia suficiente para crear, ordenar y conservar el universo. Y Dios no creó el cielo y la tierra para provecho propio, sino por amor, como una manifestación de sus perfecciones infinitas, y para nuestro bien. La gratitud, la alabanza, la adoración, son los actos de culto con que debemos responder a tamaña bondad todos los días de nuestra vida, ya que -como escribe San Agustín- unicamente"porque El es bueno nosotros existimos".

El Señor se hace conocer a través de sus creaturas.

Si no se puede concebir un reloj sin relojero, un ejército sin jefe, un barco sin timonel, ¿cómo sería posible admitir el mundo sin la existencia de un sabio creador?

Cuatro años después de la revolución francesa, el impío Carrier decía a un campesino de Nantes:

-No volverán a acordarse de Dios porque vamos a derribar todas las iglesias y campanarios.

-No importa- contestó sencillamente el campesino-  ¡Nos dejarán las estrellas!

El Señor es generoso.

Considerando la inagotable magnanimidad divina, mi alma se llena de agradecimiento, de alegría y a veces también de perplejidad. Siendo yo pecador y habiendo fallado tanto al Señor, ¿Cómo es posible que todavía se acuerde de mí, que no me haga faltar nada y tenga tantas delicadezas para conmigo? ¡Oh, insondable largueza de mi Dios y Señor! Pero, ¿por qué me extraño?  ¿Acaso aún siendo nosotros pecadores, no nos entregó su propio Hijo?

San Francisco recordaba a sus frailes: "Reconozcamos que todos los bienes son del Señor Dios, y por todos le demos gracias, ya que de El todos proceden".

Una manera de agradecer es la liberalidad para con el prójimo. "Reo de hurto me consideraría -afirmaba en otra ocasión el seráfico Patriarca- si a quien lo necesita más que yo no diese este manto que llevo." (II Cel. 83) 



Fuente: "La Sonrisa de Dios" - Editorial Claretiana.-

(almas_peq)

No hay comentarios:

Publicar un comentario