8. BUSCAR SU FORTALEZA Y SU VITALIDAD.
"Bendito sea el Señor, mi roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea"
(Sal. 144,1)
"Tú nos sacias en el torrente de tus delicias, en Ti está la fuente de la vida"
(Sal. 36, 9-10)
El día que comienza nos presentará algunas dificultades. Esos desafíos pueden encontrarnos frágiles, débiles y seguros. De eso dependen en buena medida nuestra victoria o nuestro angustioso fracaso. Lo más importante es la fortaleza interior que sólo el Señor nos puede dar, la fortaleza del Espíritu que nos hace resistentes y firmes. Teniendo esa fortaleza, los problemas no nos abaten, no nos desesperan, no nos hacen sentir pequeños. Son un estímulo.
Igualmente, las cosas lindas que la vida nos presenta pueden encontrarnos desganados, lánguidos, adormecidos o pueden encontraron llenos de energías, de ganas de vivir, de entusiasmo. De eso dependerá la felicidad del día que Dios nos regala.
Por eso es tan importante que desde el comienzo del día le pidamos al Señor que nos llene de su vitalidad, de su salud, de su fortaleza, de su energía.
Él, que tuvo el poder para crearnos, también tiene el poder para llenarnos de una vida más fuerte y más intensa.
"Tú has formado mis entrañas, Tú me has tejido en el vientre de mi madre. Te doy gracias por tantas maravillas. Soy un prodigio, sorprendentes son tus obras". (Sal 139, 13-14)
ORACIÓN
*Dios, potente y fuerte,
que todo lo sostienes,
*mira mi debilidad y penetra todo mi ser con
ese poder que no tiene límites.
*Fortalece cada fibra de mi cuerpo
y de mi interior. Así yo sé que nada
*podrá derribarme, porque ningún
poder humano, ninguna enfermedad
*y ninguna dificultad pueden ser más fuertes
que tú. Lléname de Tu Vida
*intensa, Señor, infunde tu dinamismo en mis
acciones, lléname de fortaleza
e inunda de vitalidad todo mi ser.*
"Cómo empezar un buen día" - Víctor Manuel Fernández - Ediciones Paulinas - (35-36-37-38)
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